jueves, 11 de septiembre de 2014

Nuevos días.

Tenía los ojitos llenos de esperanza y el corazón de ilusión. En el bolsillo las llaves de la puerta de la confianza. Y el cajón cargadito de seguridad.

Tenía mil razones para sonreír, y muy pocas ganas de recordar las penas. 

Hoy el sol había vuelto a salir guiñándole a ella y a la vida. Y aunque había nubes, no las suficientes para hacerle olvidar que el sol jugaba a esconderse.
La vida le había devuelto la moneda con la cara, y la cruz,... la cruz para quien la quisiera. 

Hoy era otra, con las ganas de siempre, con sus bailes de balcón, con la sonrisa puesta y el corazón dispuesto.

El destino había vuelto para demostrarle que si se caía, tenía que volver a levantarse, pero con más ímpetu. Con nuevos tacones.


Si quieres, te doy la mano, y luego volamos. Prometo llevarte a donde los sueños se hacen realidad. No sé qué pasará allí, pero sí sé que mi mano no te soltará.



- S.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tacones de hierro.

Dicen que por donde pisas dejas huella
E inmediatamente vienen a nuestra cabeza las personas que nos han dejado huella a lo largo de la vida: padres, hermanos, tíos, primos, amigos, profesores, novios, ex novios, compañeros de clase, enemigos…

Quizás lo importante no sea sólo quién nos ha dejado huella, sino en cuántas personas nosotros hemos dejado nuestro granito, y de qué manera.
Si me pongo a pensar cuál es el vestigio que espero dejar a mi paso, vienen mil cosas a mi pensamiento. Pero a fin de cuentas, eso es algo que no está en nuestra mano, porque, como dice una canción “dicen que cuando te observas, realmente no es lo que te sale”.
Por eso, mejor que fingir, ser. Y pisar fuerte.


Y bien o mal, pero que hablen.



- S.

Caminos.

Ella era orilla, y él, marea. Ella era árbol, y él, pájaro. Ella era la luna, y él, como no podía ser menos, el sol.

Ella soñaba con que él se dejara de idas y venidas. De hoy sí, mañana no. De frases incompletas. De abrazos a medias. De puntos finales seguidos de dos suspensivos. Caricias de puntillas. Preguntas sin respuestas. 

Él vivía en un constante quiero, pero no puedo. Tentando al destino a deshora. Con equivocaciones acertadas. Durmiendo en sus piernas y amaneciendo en almohadas ajenas. Buscando su pelo entre la multitud. Esquivando sus ojos entre la gente.

Y claro, luego estaba el destino. Sí, el destino. Y las casualidades. Y antes de que ella llegara, él ya la había encontrado. Y ella, después de llegar, moría de pena porque él no la había visto. Ni la miraba. O eso pensaba ella. Y cada uno por su camino. Claro que sí, caminos encontrados, pero en distinta dirección.


Cambiemos los mapas, las constelaciones, el girar de la Tierra, los desvíos, las señales, las distancias, las coordenadas geográficas y los caminos.

Pero no cambies tu mirada en mi pelo, que yo no dejaré de buscar tus ojos entre la gente.



- S.


martes, 9 de septiembre de 2014

#microcuento.

Y entonces se levantó, cogió el móvil y se encontró dispuesta a poner punto y final a esa historia con la que había soñado tantas veces, pero que se estaba convirtiendo en una mala pesadilla.

Aquella vez sí que había reunido las fuerzas necesarias para ser ella quien decidiera cual era el rumbo que debía tomar su vida. Se había cansado de ser la única que remara en ninguna dirección y a contra corriente.Escribió el mensaje segura de sí misma, y antes de enviarlo pensó en las consecuencias. Debía pensarlo bien, sino, quizás se arrepentiría de ello. O no. Pero a fin de cuentas, eso, ya era cosa del destino.


“Enviar”.


“Mensaje enviado”.



Y no halló respuesta. Ni en la carpeta de mensajes recibidos, ni a lo largo de los años.


#microcuento

- S.

PERDER.

Hoy sigue siendo un día de esos. Sí, de esos en los que por más que buscas, sigues sin encontrar. 

El problema del caer, siempre es el mismo: levantarse. ¿Pero cómo te levantas sin punto de apoyo? Y bueno, luego está la otra cuestión: ¿Cómo sabes que no vas a seguir cayendo?

Lo confieso: he perdido. He perdido muchas veces, y a muchas personas. Hay millones de maneras de perder a las personas, pero nada tan devastador como la muerte. A mis jóvenes 21 años no sabía realmente el significado de esa palabra, a pesar de estar tan presente en nuestras vidas. Pero de repente un día, hay alguien tan tuyo, tan "de hierro", que dejas de ver, y no eres lo suficientemente consciente del hecho hasta que no pasa el tiempo. Y de verdad, es tan rara la sensación que se te queda en el cuerpo y en tu alrededor, que tu interior sólo te pide huir, marcharte.

Así me encuentro en este momento, deseando marcharme y empezar de cero. Tengo a la vuelta de esquina una nueva vida esperándome con los brazos abiertos. Y quizás no todo sea tan negro como lo parece desde este pequeño rincón del mundo, pero, juro que lo que prometía ser el mejor verano de mi vida, de nuestras vidas, realmente me ha quitado más de lo que me ha dado. Y ojalá, ahora no hubiera una estrella más en el cielo alumbrándonos. Y ojalá pudiera escucharte reír... y yo reír contigo.

- S.